Aún no he estrenado el blog en el mes de marzo. Y ya me molesta, ya, el dejarlo sin alimento más de una semana, pero tengo una serie de obligaciones extra y temporales que me tienen ocupado – y entretenido – más de lo habitual.

El caso es que , entre la blogansiedad por el tiempo en blanco, la cifra de suscriptores que se acerca a la barrera sicológica de los 200 (se que a algunos les parecerá poco, pero a mi me motiva) y tras leer hace unos días el interesante post de Jordi Ruiz sobre la situación hotelera actual, tenía en el tintero éste, que llevaba mascullando una temporada.

Ocurre algo en el sector hotelero – como en muchos otros, supongo – que no termino de comprender y es el hecho de despedir al bulto. Y me explico: En un afán desmedido por reducir gastos (¿es un coste el personal? ¿o es inversión?), buena parte del empresariado hotelero se dedica a despedir a diestro y siniestro poniendo en evidencia su desconocimiento de los pilares de su negocio en cuanto a tareas laborales se refiere.


Unos más y otros menos, todos hemos jugado alguna vez a la Jenga , ese juego en el que hay que demostrar cierta habilidad física y mental, para ir quitando piezas de una estructura no demasiado cimentada, intentando que la torre no se desplome.

Para este juego hay que pensar, estudiar la situación y decidir cuál de las piezas es la que menos va a afectar a la construcción, evitando así que ésta se derrumbe.

Pues en los despidos, lo mismo. Antes de lanzarse a despedir por las caras, los gestos, o las suposiciones, se debe estudiar la situación, y decidir si el paso que se va a dar es el adecuado para poder mantener la estructura organizativa del hotel.

Ya basta de despedir al bulto y de jugar a la Jenga con el personal, que la cosa es seria.

Y vamos a por marzo, que se presenta interesante… A pesar de todo.