Introducción a mi experiencia profesional 2.0

En estos últimos 3 años he dedicado una cantidad de horas casi «indecente» a esto del 2.0. Lo he hecho en dos vertientes, la personal, y la profesional.

En cuanto a la personal no voy a contarla aquí, pues no es el lugar, sin embargo, a lo largo del tiempo la personal y la profesional se entrecruzan de una manera ingobernable, lo cual añade dificultad al asunto.
Respecto a la profesional, os cuento un resumen de lo que hemos ido creando, dejando para otros posts los detalles:

Partiendo de mi corta experiencia personal en el 2.0 decidí proponer a los propietarios del Hotel Auditorium que definiéramos una estrategia de marketing online (cosa que nunca se había hecho). Me respondieron que adelante, pero que tenía que compaginarlo (primer error) con las tareas que desempeñaba en ese momento y  que aún sigo desempeñando.

Lo primero que hice fue intentar posicionar en buscadores la web del hotel, cosa que conseguí mas o menos de forma satisfactoria. No fue como hubiera querido, pues me encontré con un obstáculo insalvable:

Una página Web excesivamente rígida, en la que podían añadirse contenidos con cuentagotas (segundo error) y , para más inri, recién estrenada. 

Aún así, y a base de «pequeños» resultados como el hecho de duplicar las reservas directas por la web y pasar de un ratio de conversión del 0,3% al 2%, me dieron más cancha.

Creé un blog (Hotel en Madrid) de forma gratuita con WordPress, el cual no puedo mantener con la regularidad que desearía, pero que – aún así – aumenta diariamente sus visitas y suscriptores.

Como no sabía mucho (nunca se sabe suficiente) hice el blog con WordPress.com (tercer error), cuando tenía que haberlo hecho con WordPress.org (ya comentaré el por qué en otro post). Aún así sigue creciendo.
El siguiente paso fue una inmersión en Redes Sociales generalistas. De momento sólo dedico tiempo a Twiter. principio la obsesión era conseguir followers (cuarto error), porque era algo que lucía de cara a conseguir más resultados. Ahora lo que hago es:

  • Intentar participar en conversaciones lo más relacionadas que sea posible con los intereses del Hotel Auditorium.
  • Suministrar información que considero interesante en forma de enlaces.
  • Publicar alguna que otra oferta (pocas veces).
  • Contactar con clientes que mencionan el hotel.
  • Prestar ayuda desinteresada a quien solicita algo (incluyendo ayuda a otros hoteles, agencias de viajes, etc…

Curiosamente, tras centrarme en los puntos anteriores es cuando estamos logrando más followers.

Hemos iniciado estrategias en Formspring y, en Foursquare, de momento sólo tenemos presencia. (y 42 contactos).

Estoy pensando cómo entrar en Facebook de forma algo más creativa que lo habitual.

Por otro lado, he iniciado otros dos proyectos:

Me dejo muchos detalles en este tintero digital, que iré contando en siguientes posts de forma más tematizada y entrando en detalles y acciones concretas.

¿Alguna idea, opinión o comentario?. Me interesa muchísimo lo quie podáis aportar.

Acerca de la invasión de «Gurús 2.0»

Sin ánimo de sentar cátedra, os doy una opinión personal y subjetiva, que es un extracto de un comentario que he dejado en la Comunidad Hosteltur: El 2.0 no es más que una evolucion de la Web hacia una «versión» el la cual predomina el compartir información, y en la que Internet es la plataforma.
Nada más.
Así que el mejor experto en 2.0 será aquel que consiga generar un contenido que interese a más gente. Otra cosa es marketing online, SEO y todo eso, que ha existido siempre, pero que tiene que ir moviéndose y adaptándose a las circunstancias de cada momento. Con esto quiero decir que no creo que existan «expertos en 2.0», y mucho menos «gurús 2.0», y si existieran, peor para ellos, porque el 2.0 evolucionará y se quedarán en nada.
Como consecuencia de todo esto, alguien que sea «principiante», puede, por su propio carácter, naturaleza e inteligencia darle mil vueltas a cualquier supuesto experto. Simplemente porque no es una ciencia, sino una actitud.

El sitio de mi recreo

El sitio de mi recreo

Empiezo esta entrada improvisando y no se cómo acabará, pero es que tanto se habla de regalar experiencias, de vender experiencias, que tampoco está tan claro por dónde de tirar. Pero hay un hotel del que todos hablan y que nadie conoce y en el que todos tenemos reserva. O no…

¿Habrá allí «carta de experiencias»?. Si, ahora lo veo claro: una carta de experiencias es lo que debemos ofrecer. Estoy viendo al último cliente que ha entrado, y esto es lo que siente:

«me gusta esta desordenada habitación, que me hace sentir como en mi propia casa, un entorno inigualable que declaro, de una vez por todas, el sitio de mi recreo

Olvidemos los precios y los trabajos forzados por ganar al de enfrente a base de miseria, pues lo único que vamos a conseguir, a la larga es que el cliente se quede como ausente, esperando nada.

Aquí lo que tenemos que hacer es crear cosas diferente, y es que no hay nada mejor que imaginar, para que en una décima de segundo, el cliente nos diga, a voz en grito: «me quedo contigo».

Aún no es demasiado tarde para comprender el camino que debemos seguir, incluso descubrir que hay caminos infinitos para lograr nuestro propósito, que no es otro que ser únicos y diferentes, geniales, irrepetibles, dioses en nuestro terreno… Tenemos que ser en el mundo hotelero algo así como lo que ha sido Antonio Vega en el mundo de la música.

Turismo: Experiencia y memoria. ¿Un caso real?

Turismo: Experiencia y memoria. ¿Un caso real?

Este pequeño relato es una versión resumida del que voy a prestar a una editorial para que lo publique en su Web. Ya os contaré este otro lado bloguero mío.
No obstante, me viene muy bien publicarlo aquí para para poder plantear la necesidad de grabar en la memoria del cliente lo que más nos interese.
“Antes de morir, yo tengo que conocer París”. Esto decía siempre Raimundo desde que tuvo uso de razón. Como casi todo el mundo, también él tenía en mente un lugar al que quisiéramos ir, al menos, una vez en la vida.

Los ojos, como dos grandes bolas de cristal multicolor, se le iluminaban a Raimundo con la emoción de mirar el Sena, la torre Eiffel al fondo, acompañada por el paso del autobús que transportaba pasajeros con destino a la Concorde. París siempre había sido su sitio soñado. Ese lugar que cada uno de nosotros tenemos programado ir al menos una vez en la vida, era, para Raimundo, París. Y allí estaba, atónito, agarrado al brazo de su hijo, rumbo ambos hacia el Arco del Triunfo, la Rue Rivoli o la plaza de la Opera. Quizá subir Montmartre hasta el Sacré Coeur le resultase algo cansado, pero no podía perder semejante ocasión.

Sentado en un café, recordaba Raimundo, emocionado, algunos retazos de su vida, aunque vagamente. La edad y el derroche de su hijo brindando con Burdeos en la mesa 3 de Maxim´s no le acompañaban en sus intentos.

Mucho hubieron de andar padre e hijo antes de volver al hotel; ese que se encuentra en la Place Vendôme y que es una maravilla. Raimundo lo había conseguido. Una vez vencidos su obsesión y sus anhelos, se sentía sencillamente feliz y todo lo que le rodeaba le resultó maravilloso. Sabía que no lo olvidaría el tiempo que le durara la vida… O si…

Lo que no sabía Raimundo era que su hijo le había regalado aquel viaje aprovechando la última oportunidad que le quedaba.

Tan sólo una semana después de la vuelta, Raimundo precisó de ayuda profesional definitiva. Su hijo se ocupó, del mismo modo que se había estado ocupando los últimos meses de que su padre pudiera llevar una vida digna. Aquel día entró por la puerta una enfermera especializada en el cuidado de enfermos de este tipo. A Raimundo le gustó su acento francés:

– ¡Ah!, es usted francesa – dijo – ¿Sabe?, antes de morir, yo tengo que conocer París…

Y ahora, digo yo: ¿Alguien estaría dispuesto a intentar fidelizar a Raimundo?