Hola, amigos

Hace un rato he leído el post de Juan J. López Sobejano acerca del Empleado Tóxico y ha despertado en mi las ganas que tenía de expresar una idea desde hace tiempo.
Del mismo modo que existe este tipo de empleado, también existe un tipo de cliente que podríamos encasillar en los mismos parámetros.
El cliente tóxico también existe.
Los clientes, por el hecho de serlo, y por definición deben estar en el primer puesto de la lista de prioridades de un hotel. Muy bien, de acuerdo, pero no olvidemos que un hotel, una agencia, cualquier negocio tiene que ser, en definitiva, una máquina de generar ingresos y éstos proceden precisamente de los clientes.
Ante este círculo vicioso, se cae en el error de creer que «el cliente siempre tiene razón». Digo que es un error, porque, ¡muy bien!, el cliente siempre tiene razón hasta que deja de tenerla, porque pierde las formas, o el respeto, la educación,…
No hay por qué soportar que un cliente escupa a la cara de un recepcionista o de un camarero, o de un botones, por ejemplo. Acciones como esta he visto algunas, estando trabajando o ejerciendo de cliente en otros hoteles o restaurantes.
Y es que algunos clientes parecen que llegan a un hotel como si fuera un lugar al servicio de cualquier excentricidad que se le pueda ocurrir. Y si no le complaces le ofendes y se cree con todo el derecho a utilizar malos modos. Llegan con la cara de «hoja de reclamaciones» puesta desde antes de salir de su casa.
¿Por qué no se puede ir la luz en un hotel a causa de una avería en Unión Fenosa o Iberdrola, o la que sea?.
-«Disculpe, señora, pero es una avería de la compañía que se escapa del control del hotel».
-«No me importa lo que me diga. O lo arreglan en 1 minuto o vaya preparando la hoja de reclamaciones»
Algunos clientes creen que en un hotel siempre va a estar y a ser todo perfecto, siendo el concepto de perfecto el suyo propio, claro. Y si no es así es para ellos una ofensa sin perdón posible.
Si un cliente tóxico de hotel compra un coche y le sale mal, reclama, lo lleva al taller y, con paciencia, espera a que se lo arreglen y se traga el perjuicio que le han ocasionado.
Pero si este mismo cliente, va al bar de tu hotel y pide un vino, que resulta estar picado, es capaz de tirártelo a la cara o de montarle un número al camarero allí mismo.
Perdonarme todos, pero este cliente no está en mi escala de prioridades, aunque algunos no estén de acuerdo conmigo.
Un saludo,
Rafael