Antes de
analizar la cuestión que planteo en el título, quisiera hacer una pequeña criba
a nivel general:
Vivimos una
época en la que el término Community Manager se ha convertido en una especie de
«clavo ardiendo» al que se están agarrando decenas de miles de
personas. Muchas empresas y otro tipo de entidades que imparten formación han
visto un filón – una nueva Fiebre del Oro – y han montado cursos y más
cursos tras haberse enterado de qué va esto casi por fascículos de los que venden
en los kioskos de prensa. Esto ha provocado que existan miles de cursos, de los cuales, 
más del 90 por ciento  – me atrevería a decir – no sirven absolutamente
para nada, porque no están bien estructurados, o porque son excesivamente
superficiales o, simplemente, porque quienes los imparten no tienen  ni
idea de lo que están hablando.
Cuando hago
esa pregunta del título del post ya estoy descartando de antemano ese 90 por
ciento de TIMO-CURSOS sobre los cuales la decepción es obvia y por motivos
obvios. Como digo, no es a estos cursos a los que quiero referirme cuando hablo
de desencanto, sino a aquellos cursos cuyo planteamiento es serio, las personas
que los imparten saben de qué hablan y tienen una teoría lo suficientemente
profunda como para, al menos, sacar conclusiones y no andar a ciegas por este
apasionante mundo de las relaciones virtuales.
Ateniéndonos
a los cursos con valor y en los que lo último que se pretende es engañar – ese
10 por ciento que nos queda – observo tres puntos calientes en los que los
cursos en cuestión se desinflan y provocan el desencanto de los alumnos en un
«me esperaba otra cosa». Por supuesto cuento de inicio con que los
alumnos de estos cursos saben muy poco o nada de community management, razón
fundamental por la que muchos de ellos se llevan sorpresas. El desencanto
aparece por tres factores fundamentales:
  1. Requisitos
    mínimos
    : los
    alumnos que se matriculan y pagan los cursos de Community Manager deberían
    – a mi entender – cumplir unos requisitos mínimos.  Pero no de
    conocimientos previos ni nada de eso, sino unos requisitos relacionados
    con su carácter, su forma de actuar como persona y su cultura. Así,
    deberían, al menos,
·   Escribir bien,
con una habilidad para la expresión escrita que esté por encima de la media.
Y, por supuesto con una calidad elevada de conocimientos sintácticos y
semánticos del idioma en el que escriben.
·    Tener un nivel de empatía en
grado elevado
, pero no de boquilla, sino real. Que de verdad se pongan en
la situación que está viviendo el otro para poder acertar con el mensaje.
·     Ser creativos.
Deben tener una creatividad contrastable, pues el éxito del trabajo de
Community  Manager depende de ello en gran medida. Porque cuando lleguen esos periodos en blanco habrá que luchar contra ellos y vencerlos.
  1. Exceso
    de teoría
    . La
    teoría está muy bien y es muy necesaria, pero en esta disciplina es tanta
    la teoría y es tan subjetiva que muchos tienden a perderse. Además la
    teoría está escrita por todo internet y con acceso libre y gratuito,
    aunque si es verdad que es muy útil si el que está aprendiendo cuenta con
    alguien que le guíe con todas esas teorías
    . La mayoría de cursos de
    Community management necesitan mucha más práctica, lo cual es un escollo
    para los formadores a la hora de plantearse los contenidos de una forma original y diferente.
  1. No hay
    prácticas reales
    , con
    casos reales y trabajando con marcas reales en su día a día. Cuando de
    verdad coges una marca y empiezas a trabajar su imagen en las Redes
    Sociales te das cuenta de que es una tarea bastante dura, que requiere muy
    altas dosis de paciencia, probar aquí o allá, en esa línea o en esta
    otra,… El Community manager que se está formando necesita obligatoriamente
    hacer prácticas con marcas reales y en tiempo real.
Muchos de los alumnos de estos cursos se reconocen a si mismos que no tiene las aptitudes mínimas para poder desarrollar esta actividad de forma profesional. Se vieron hipnotizados por esa «fiebre del oro» y se dan cuenta de que tampoco era la panacea… Desencantados a la primera de cambio.
Pero hay muchos que si tienen las aptitudes mínimas y mientras se les llena la cabeza de páginas y páginas de teoría y de trasteo de plataformas como Twitter o Facebook en las que van viendo cómo funciona esto y se van viendo también a ellos mismos interactuando con los fieles clientes de la marca a la que representarán. Es muy bonito, pero sólo en teoría, porque cuando se les explica todo esto, todos los cursos se saltan el primer paso que es cuando la marca no tiene ningún seguidor en ninguna parte; cuando pasas semanas predicando en el desierto. Así que los alumnos terminan y se van tan contentos… y se desencantan al descubrir que las expectativas de disfrute se convierten en dudas y frustación cuando se enfrentan a casos reales. Mucho de lo que les explicaron en la teoría no es como se lo explicaron… en la práctica.

Por todo esto aparece el desencanto. Y yo busco algo que pueda compensar, si no todo, parte de ese desencanto con un proyecto de formación que incluya:
  • Grupos reducidos previamente seleccionados en base a esos requisitos mínimos.
  • Prácticas reales durante la formación con empresas reales y en tiempo real, con los éxitos, miserias y riesgos que eso implica, es decir, community management sin ficciones ni supuestos.
  • Recompensa real con compromiso real posterior de trabajo efectivo y remunerado para los mejores de cada curso.
Claro, todo ello, como dice Borja de Diego (@ogeid66) bajo el dictado de una estrategia global de marca y añado yo que supervisado en todo momento.

Hoy por hoy puedo decir que tengo posibilidad clara de poder organizar esto. Aún está casi todo por fijar y asentar, pero es uno de los caminos (hay más) que voy a seguir.
¿Os parece fáci? ¿Difícil? ¿Arriesgado?… ¿Quizás es una locura?
Os iré contando cómo evoluciona, si lo hace, y si al final cae en saco roto os lo contaré también y os diré que era una quimera. Espero que esto último no ocurra.