Hay en la red una gran cantidad de posts, artículos, libros o comentarios (entre muchas otras modalidades de expresión) relativos a la figura del líder, al liderazgo, como también los hay relativos a la figura de los seguidores o colaboradores, o subordinados (depende de la organización).

 No obstante, mi tiempo de lectura sobre el tema se limita a unos pocos, como Pedro Rojas o José Miguel Bolívar,  entre otros. Se habla mucho del asunto, sí, incluso existen una cantidad ingente de cursos – unos mejores que otros – a los que los supuestos líderes acuden y se pasan dos o tres días en un encierro rodeados de comodidades y acudiendo a charlas teóricas y prácticas muy parecidas a las famosas «convivencias» de los colegios religiosos en las que se hace un pequeño lavado de cerebro (inocuo, creo, por mi experiencia cuando iba al colegio). El efecto de estos cursos, como el de las convivencias del colegio es más bien efímero, porque ningún curso va a cambiar el carácter y las maneras de un profesional hecho y derecho. El que actúa mal liderando equipos, lo hará siempre, y el que actúa bien, si no lo hace bien siempre, se esforzará por mejorar, independientemente de que reciba o no un curso.

Otra cosa es perfilar o reconducir conceptos para mejorar a los que aún están a tiempo de hacerlo. Para eso si sirven los cursos, pero hay que ser considerablemente inteligente y humilde (ambas cosas) para sacar provecho como alumno.

Así está el panorama a mi modo de ver, pero me he desviado del tema, así que abrevio. Decía que hay mucha información sobre la figura del líder y la del seguidor de éste. Pero resulta que ayer descubrí a Dee Hock…no, no lo conocía. Quizá si me dedicase a estos asuntos lo conocería, pero no. Lo descubrí ayer. El caso es que hay muchas cosas que dice que me resultan interesantes. Cosas como:

Un verdadero líder no puede estar obligado a liderar. Un verdadero seguidor no puede estar obligado a seguir a otro

La primera y principal responsabilidad de todo el que quiera dirigir es gestionarse a si mismo. 

Y respecto a esta última afirmación surge la idea de cómo y en qué deben repartir su tiempo las personas. No lo digo yo, sino Dee Hock. Veamos:

El líder debería emplear al menos el 50% de su tiempo en gestionarse a si mismo. Del 50% restante, la mitad debe dedicarlo a gestionar a quien le lidera a él, a su líder. Es muy importante, por tanto gestionarte a ti mismo y no lo es menos, gestionar a quien te lidera. Es importante y muy necesario. Igual ocurre con los seguidores, también tienen que gestionarse a si mismos y a sus líderes. Al final queda poco tiempo para gestionar a tus seguidores o colaboradores, con lo que lo mejor es rodearse de un gran equipo motivado y profesional en el que se pueda delegar con total confianza.

Todo esto se suele aprender en los cursos que mencionaba al principio, pero lo que no es habitual es la parte que queda: Gestionar a tus pares.

¿Qué ocurre con los que están en tu mismo nivel en la pirámide organizativa?. 

Seas líder, seguidor o lo que seas siempre tienes pares con los que tienes que trabajar y hacer evolucionar la empresa en equipo. En organizaciones grandes los pares son abundantes, y, si estamos de acuerdo en que la gestión de personas incide en gran medida en las posibilidades de éxito de una organización, entonces debemos tomarnos muy en serio el dar el empuje necesario a la comunicación horizontal (no piramidal) y transversal (entre departamentos).

Las estructuras organizativas de los hoteles es bastante piramidal (sobre todo los hoteles grandes y las cadenas de hoteles) y además sufren habitualmente de una departamentalización excesiva, generando unos Reinos de Taifas que provocan la desorganización, la falta de comunicación y, en ocasiones, el caos. Está en tus manos y en las de tus pares el que esto no ocurra. Y mucho más aún si estamos hablando de hoteles.

Así que, dime, ¿cómo gestionas a tus pares?. Agradeceré, como siempre, comentarios al respecto.