El país al que Dios le dio la espalda.

Desde el seísmo ocurrido en Haití me acuerdo de vez en cuando de Venecia Lonis , después miro a mis hijos y pienso en la inmensa suerte que tengo. Y que tienen ellos.

Desde el seismo ocurrido en Haiti estoy leyendo posts, siguiendo iniciativas solidarias, etc… Vamos, como la mayoría. Y ya no es sólo por las «Venecias Lonis», sino por cualquiera de los que se han quedado sin familia, que se han quedado sin nada y que va vagando por ahí intentado «pillar» cualquier cosa útil (o valiosa). Vemos un país desolado y maltratado, no ya por el terremoto en si, sino por las sacudidas que se le ha ido dando a su esperanza a lo largo de la historia.

Ahora vamos a apagar el fuego; ahora interviene EE.UU ; ahora nos movilizamos todos e intentamos poner lo que podamos para que aquella gente tenga una mínima posibilidad de salir adelante. Y digo «aquella gente» sabiendo cómo lo digo, porque, no nos engañemos, visto desde aquí nos queda muy lejos. Es triste, aunque reconfortante a la vez pensarlo ¿verdad?.

Lo que yo no comprendo es cómo la humanidad permite que ciertos países vayan a la deriva, cuando con cabezas pensantes y manos honradas no habrían llegado a la situación pre-seísmo, que ya era de por si, calamitosa en grado sumo. Y ahora, para rematar, la naturaleza se revela también contra ellos. Y lo hace por partida doble

En fin, que este es un blog de hoteles, de negocios, de marketing en el sector turístico, pero de vez en cuando es necesario salirse del tema…

… Y eso he hecho, porque me cuesta no ver de vez en cuando a Venecia Lonis y me pregunto si habrá sobrevivido o si, por el contrario, estará ahora ahí Arriba pidiendo cuentas por haber tenido la maldita suerte de nacer en un país al que Dios le dio la espalda.

No quiero que crezca el porcentaje de creadores de contenido en Internet

No quiero que crezca el porcentaje de creadores de contenido en Internet

Si, el título está escrito correctamente, y lo repito, por si acaso: No quiero que crezca el porcentaje de creadores de contenido en Internet.

Leemos habitualmente cosas como que la web 2.0 tampoco es tan 2.0, que si «la conversación» está sobrevalorada, o que el fenómeno del contenido en Internet en general y Redes Sociales en particular está sobredimensionado, porque, al fin y al cabo, tan sólo genera contenido el 1% de los usuarios de la Web. Ante esto yo me pregunto ¿qué más queremos?.

– A nivel personal, si el porcentaje de usuarios fuera el doble – es decir, el 2% – estaría exactamente igual que ahora. ¡Pero si de ese 1%, no llego a consumir ni el 1%!. ¿Es que no es suficiente?. Me da igual, insisto, que haya más porcentaje, porque no voy a llegar nunca a consumirlo. Pero vamos a reducirlo aún más, centrándonos exclusivamente en los temas que nos interesan. Poder consumir todo el contenido que se genera en Internet cada día, y que nos interesa excede cualquier dimensión de la capacidad humana.
Dicho de otra forma, es imposible llegar a todod el contenido diario de Internet, incluso si reducimos éste exclusivamente a la temática que nos interesa.

– A nivel empresa ya quisiera yo que el contenido de Internet lo generara sólo yo, pues tendría La Red a mis pies. No me interesa que aumenten los creadores de contenido sobre la temática sobre la cual está generando contenido la empresa en la que trabajo. Cuanto más contenido haya, más escondido estará el mío. Si, es egoísta, pero es real.

Creo que tenemos más que suficiente, y lo que hay es más que suficiente para poder afirmar que este modo de vida de relaciones, información, conversación, descubrimiento y aprendizaje constantes está asentado y crece sin parar, gracias a ese 1% que está acabando con mis neuronas.

¡Una locura, vamos!. Como para que encima digan que es demasiado poco para sostenerse.

En fin, me voy a mi Google Reader, que tengo pendientes de leer 734 post, mientras observo con espanto que en lo que he escrito este post tengo 72 nuevos tweets en mi Twitter. Nada, en un ratillo me los ventilo.

Construir hoy, para mañana

Construir hoy, para mañana

Como empieza el verano, empiezo a tener una especie de ansiedad literaria que viene generada, no se por qué. Será el sol y el calor, que me dan vida. Como digo, ya he empezado la lectura estival y lo he hecho con un libro que me está sorprendiendo por su originalidad: «La elegancia del erizo«.

Pero este no es un blog de literatura, por lo que no voy a hacer una crítica del libro. Lo que ocurre es que leyéndolo me viene a la cabeza esa sensación de que muchos nos dedicamos a hablar por hablar y que aquí hay «mucho ruido y pocas nueces»; sensación que se respira habitualmente en la blogosfera.

Y esto me ha ocurrido justamente al leer un párrafo del libro en cuestión que viene al hilo de una visita de la protagonista a una residencia de ancianos y que os copio aquí literalmente:

«…Hace tiempo que aprendí que la vida se pasa volando, mirando a las personas a mi alrededor, tan apresurados siempre, tan agobiados porque se les va a cumplir el plazo, tan ávidos del ahora para no pensar en el mañana…Pero si se teme el mañana es porque no se sabe construir el presente, y cuando no se sabe construir el presente, uno siempre se dice a si mismo que podrá hacerlo mañana y entonces ya está perdido porque el mañana siempre termina por convertirse en hoy»

¿Cómo lo veis?

Los portales de opinión y las desigualdades

Los portales de opinión y las desigualdades

Ayer Juan Sobejano reabrió un debate que parecía que estaba invernando desde hacía tiempo. El tema que hábilmente tocó fue el de los portales de opinión y, más concretamente, en la lejanía y el poco entendimiento de éstos (en general, que siempre hay excepciones y en este caso es una opinión muy personal y subjetiva), con los hoteles. Es decir, la gran mayoría de los portales de opinión están al servicio – ¿en exclusiva? – del cliente final. Todo esto tiene bastante fundamento, a mi parecer, por lo siguiente: – Los portales de opinión ofrecen todo tipo de facilidades a los clientes de hotel para expresar cuantas opiniones estimen oportunas, con total libertad de acción, idioma, usabilidad y apoyo. Esto me parece perfecto, pero tiene errores, en el sentido que no se ofrecen las mismas posibilidades a los hoteles. – Los hoteles tiene dificultades para poder participar en esos debates que han iniciado los clientes. De acuerdo que los clientes, casi nunca tienen intención de debatir en los portales de opinión, que `para eso disponen de otras herramientas. Simplemente se limitan a opinar. – Los hoteles no pueden de forma sencilla, aclarar y suavizar opiniones negativas, ni agradecer las positivas. Ya no hablo de debatir, sino de poder aclarar y agradecer. Así que, visto lo visto, realmente los portales de opinión se convierten en repositorio de opiniones totalmente válidas, pero que sólo muestran la mitad del hecho turístico. A mi me parece muy lícito, pero lo que no me parece ni medio normal es que después hablen de conversación, 2.0, etc… no son un ejemplo muy válido de ello.

El sitio de mi recreo

El sitio de mi recreo

Empiezo esta entrada improvisando y no se cómo acabará, pero es que tanto se habla de regalar experiencias, de vender experiencias, que tampoco está tan claro por dónde de tirar. Pero hay un hotel del que todos hablan y que nadie conoce y en el que todos tenemos reserva. O no…

¿Habrá allí «carta de experiencias»?. Si, ahora lo veo claro: una carta de experiencias es lo que debemos ofrecer. Estoy viendo al último cliente que ha entrado, y esto es lo que siente:

«me gusta esta desordenada habitación, que me hace sentir como en mi propia casa, un entorno inigualable que declaro, de una vez por todas, el sitio de mi recreo

Olvidemos los precios y los trabajos forzados por ganar al de enfrente a base de miseria, pues lo único que vamos a conseguir, a la larga es que el cliente se quede como ausente, esperando nada.

Aquí lo que tenemos que hacer es crear cosas diferente, y es que no hay nada mejor que imaginar, para que en una décima de segundo, el cliente nos diga, a voz en grito: «me quedo contigo».

Aún no es demasiado tarde para comprender el camino que debemos seguir, incluso descubrir que hay caminos infinitos para lograr nuestro propósito, que no es otro que ser únicos y diferentes, geniales, irrepetibles, dioses en nuestro terreno… Tenemos que ser en el mundo hotelero algo así como lo que ha sido Antonio Vega en el mundo de la música.