Una de las claves para ser más competitivos es la Redarquía

Una de las claves para ser más competitivos es la Redarquía

Esto de la Redarquía es un término de nuevo cuño, cuyo descubrimiento se lo debo al blog de José Cabrera. Me ha gustdo muchísimo el planteamiento que hace sobre las estructuras organizacionales pasadas, presentes y futuras.

Decimos constantemente – desde que las Redes Sociales irrumpen en las vidas de cientos de millones de personas – que lo importante es la conversación, la colaboración, las decisiones tomadas en grupo, que los mercados son conversaciones y un sinfín de buenos propósitos y miras, incomprensibles en muchos de los casos para las organizaciones tradicionales.

El post de José Cabrera hace una comparación entre el tipo de organización basado en la jerarquía, que es el que la mayoría de nosotros conocemos y vivimos y este nuevo concepto de redarquía. Para situarnos, la jerarquía – según Wikipedia – es el  orden de los elementos que divide su serie según su valor. Se trata de una organización vertical en la que las decisiones las toman los de arriba y las acatan los de abajo. La redarquía sería un orden alternativo en las organizaciones, basado en criterios diferentes al poder o la autoridad, sino en aquellos que se encuadran en relaciones de participación o redes de colaboración. La redarquía nos va a permitir organizarnos de forma horizontal desde abajo y de forma multidireccional (red). Como muy bien expone Cabrera,

La jerarquía está basada en premios y castigos y la redarquía se fundamenta en el reconocimiento y la autoestima de sus miembros.

Por último nos enumera (y explica) las características principales que tiene una organización redárquica:

  • Colaboración como la forma más poderosa de crear valor.
  • Autogestión en la que cada uno tiene libertad y confianza para tomar sus propias decisiones.
  • Transparencia en cuanto a toda la información que fluye de un punto a otro de la organización.
  • Emergencia en cuanto a la forma de emerger las ideas aportando soluciones innovadoras.
  • Coherencia y continuidad entre la visión, la misión y los valores por parte de toda la organización.
  • Participación. Es un proceso participativo el sentimiento de pertenencia y el compromiso son mucho mayores.
  • Interdependencia total de tal forma que todos dependen de las acciones de todos.
  • Apertura y búsqueda de la interacción con el entorno con alta capacidad de adaptabilidad.
  • Adaptabilidad de forma contínua y en tiempo real con el apoyo y empuje de toda la organización.
  • Libertad para poder expresar errores, dudas y contradicciones a toda la organización.
  • Aprendizaje constante de forma colectiva, lo que genera un avance a velocidad exponencial.

Lo que podemos obtener de la redarquía, centrándonos en nuestro mundo profesional del turismo, es

  • Toma de decisiones innovadoras y consensuadas por toda la organización
  • Pérdida del miedo a afrontar los momentos de la verdad , por cada miembro de la organización.
  • Aprovechamiento total de la inteligencia colectiva.

Y, la más importante: Al tomar parte toda la organización en todos los procesos y en todo el desarrollo de la actividad, la toma de decisiones y la puesta en marcha de éstas, se crea un sentimiento de propiedad y de compromiso total, pues la organización en su conjunto es la que llega a los objetivos. Desaparecen la apatía y la desmotivación haciendo crecer la motivación y la proactividad.

Y, para rizar el rizo, no digamos nada si, además, este tipo de organización en redarquía crece superando los límites de la propia organización, del propio hotel o cadena, de la agencia, o de la corporación local de turno. Incluso a los habitantes del destino. Si todos los implicados en la evolución y crecimiento de un destino turístico se organizan de forma redárquica, creo que los beneficios globales y la competitividad se verían multiplicados.

San Francisco de Asís y…¿La empresa abierta?

San Francisco de Asís y…¿La empresa abierta?

Anoche estuve en el teatro Infanta Isabel, de Madrid, disfrutando como un loco de la representación magistral que, Rafael Álvarez «El Brujo», realiza de la Obra de Darío Fo «San Francisco, juglar de Dios», y resulta que, en plena Edad Media, Francisco de Asís planteó la posibilidad de crar una «hermandad horizontal»…¿a que suena bien?. Repetid conmigo, despacio:

H-e-r-m-a-n-d-a-d h-o-r-i-z-o-n-t-a-l .

O lo que es lo mismo, una congregación, un grupo, un movimiento, o como queráis llamarlo, pero horizontal, esto es, sin jerarquías. Y eso se lo dijo al mismísimo Papa Inocencio III, el cual no dejaba hueco en su cabeza para admitir una falta de jerarquía en su iglesia.

En cualquier caso, Francisco creó y desarrolló, a la postre, la hermandad, basada en la pobreza y en la caridad. Si seguís un poco el hilo de mis escarceos sobre empresa abierta rondando lo que algunos , como Julen Iturbe, nos indican acerca de este concepto de empresa abierta, veréis aquí una similitud muy clara.

¡Hombre, me refiero a lo de horizontal y sin jerarquías, no a lo de la pobreza y la caridad. Pues sólo faltaba eso!

Pero os voy a decir una cosa: En uno de estos dos atributos, la caridad, se encontró – según Darío Fo – con el problema, pues la caridad debía ser administrada. Y resulto que llegó a la conclusión que la administración de la caridad era un contrasentido en si misma, porque vio que quien admnistraba la caridad se iba haciendo poderoso. El hecho de repartir caridad le otorgaba poder, sin saberlo, a quien la repartía. Y llegados a este punto yo me pregunto:

¿Es posible una organización horizontal sin un poder establecido?.

En fin, que cada uno saque sus propias conclusiones. Ahora bien, me gustaría saber hasta dónde habría llegado el Santo si hubiera dispuesto, como nosotros, de la Web 2.0.

Por cierto, si tenéis ocasión no os perdáis el magistral espectáculo de Rafael Álvarez «El brujo».

¿Somos como animales?

¿Somos como animales?


Sueños de la Razón en su Semanal de anotaciones, enlaza una fábula cuyo autor, originalmente, la enfoca como una crítica a la administración educativa. Yo intento darle una vuelta de tuerca y la extrapolo a una de las realidades empresariales, a una de las realidades hoteleras, sobre todo ahora, en tiempo de despidos.

La copio literalmente, pero bien podría cambiarse «escuela» por «empresa».

Una vez, los animales decidieron que tenían que hacer algo heroico para solucionar los problemas de un “nuevo mundo”, de modo que organizaron una escuela. Adaptaron un currículo de actividades consistente en correr, trepar, nadar y volar. Para facilitar la administración todos los animales cursaban todas las materias.

El pato era excelente en natación, mejor incluso que su instructor, y obtuvo muy buenas notas en vuelo, pero pobres en carrera. Con el objeto de mejorar en este aspecto tenía que quedarse a practicar después de clase, e incluso abandonó la natación. Esto duró hasta que se le lastimaron sus patas de palmípedo y se convirtió en un nadador mediano. Pero el promedio era aceptable en la escuela, de modo que nadie se preocupó, salvo el pato.
El conejo empezó a la cabeza de la clase de carrera; sin embargo tuvo un colapso nervioso como consecuencia del tiempo que debía dedicar a la práctica de la natación.
La ardilla trepaba muy bien hasta que comenzó a sentirse frustrada en la clase de vuelo en la que el maestro le hacía partir del suelo en lugar de permitirle bajar desde la copa del árbol. También sufrió muchos calambres como consecuencia del excesivo esfuerzo y le pusieron apenas un suficiente en trepar y un insuficiente en correr.
«El águila era una alumna problemática y fue severamente castigada. En la clase de trepar llegaba a la cima del árbol antes que todos los otros, pero insistía en hacerlo a su manera.
Al final del año, una anguila anormal, que nadaba muy bien, también corría, trepaba y nadaba un poco, tenía el promedio más alto de la escuela y le correspondió pronunciar el discurso de despedida.
Los perros de la pradera quedaron fuera de la escuela y cuestionaron por qué la administración no incluyó en el currículo las materias de cavar y construir madrigueras. Pusieron a sus cachorros a aprender con el tejón, y más tarde se unieron a marmotas y topos para inaugurar una escuela privada de gran éxito.»

La fábula da para diversas interpretaciones, pero yo me quedo con esta:

Una mala organización y un empeño en hacer las cosas con una sóla directriz, acaba con la motivación, la profesionalidad y el talento. Alguien tendría que contarnos algo más de los perros de la pradera, pero me temo que la historia termina ahí.