Construir hoy, para mañana

Construir hoy, para mañana

Como empieza el verano, empiezo a tener una especie de ansiedad literaria que viene generada, no se por qué. Será el sol y el calor, que me dan vida. Como digo, ya he empezado la lectura estival y lo he hecho con un libro que me está sorprendiendo por su originalidad: «La elegancia del erizo«.

Pero este no es un blog de literatura, por lo que no voy a hacer una crítica del libro. Lo que ocurre es que leyéndolo me viene a la cabeza esa sensación de que muchos nos dedicamos a hablar por hablar y que aquí hay «mucho ruido y pocas nueces»; sensación que se respira habitualmente en la blogosfera.

Y esto me ha ocurrido justamente al leer un párrafo del libro en cuestión que viene al hilo de una visita de la protagonista a una residencia de ancianos y que os copio aquí literalmente:

«…Hace tiempo que aprendí que la vida se pasa volando, mirando a las personas a mi alrededor, tan apresurados siempre, tan agobiados porque se les va a cumplir el plazo, tan ávidos del ahora para no pensar en el mañana…Pero si se teme el mañana es porque no se sabe construir el presente, y cuando no se sabe construir el presente, uno siempre se dice a si mismo que podrá hacerlo mañana y entonces ya está perdido porque el mañana siempre termina por convertirse en hoy»

¿Cómo lo veis?

El sitio de mi recreo

El sitio de mi recreo

Empiezo esta entrada improvisando y no se cómo acabará, pero es que tanto se habla de regalar experiencias, de vender experiencias, que tampoco está tan claro por dónde de tirar. Pero hay un hotel del que todos hablan y que nadie conoce y en el que todos tenemos reserva. O no…

¿Habrá allí «carta de experiencias»?. Si, ahora lo veo claro: una carta de experiencias es lo que debemos ofrecer. Estoy viendo al último cliente que ha entrado, y esto es lo que siente:

«me gusta esta desordenada habitación, que me hace sentir como en mi propia casa, un entorno inigualable que declaro, de una vez por todas, el sitio de mi recreo

Olvidemos los precios y los trabajos forzados por ganar al de enfrente a base de miseria, pues lo único que vamos a conseguir, a la larga es que el cliente se quede como ausente, esperando nada.

Aquí lo que tenemos que hacer es crear cosas diferente, y es que no hay nada mejor que imaginar, para que en una décima de segundo, el cliente nos diga, a voz en grito: «me quedo contigo».

Aún no es demasiado tarde para comprender el camino que debemos seguir, incluso descubrir que hay caminos infinitos para lograr nuestro propósito, que no es otro que ser únicos y diferentes, geniales, irrepetibles, dioses en nuestro terreno… Tenemos que ser en el mundo hotelero algo así como lo que ha sido Antonio Vega en el mundo de la música.